miércoles, 9 de abril de 2008

¡Maldita sea!

A riesgo de parecer más que un blog, el portal de quejas y lamentos, me gustaría compartir con ustedes, mis millones de lectores (el contador se multiplica por mil ¿no? je) un suceso acontecido en relación con el tema publicado la semana anterior.
En verdad que tenía intenciones de tratar alguno de varios temas que ya había contemplado, sin embargo... bueno, empecemos.

Es bien sabido que resulta imposible obtener absolutamente todo en la vida. Para los que me han hecho el favor de leer esta fina literatura apenas comparable con El Libro Vaquero en la cual se plasman las ideas de un humilde pero sincero servidor, recordarán que alguna vez comenté sentirme afortunado por la vida que tengo. No es presunción ni mucho menos, sólamente que no concibo ser un mártir y creer que la vida me ha dado de latigazos y tratado mal tanto como ha podido. No. La verdad es que he sido bien tratado y he recibido y "pagado" en forma digamos equitativa.

A veces, en días como hoy es inevitable cerrar los ojos, levantar la cara y apretar los puños mientras haces inhalaciones y exhalaciones profundas. A grandes rasgos, luego de terminar el Diplomado en que me encontraba y haber hecho los trámites para certificación en el área en la cual me desempeño, surgió una muy interesante oportunidad de trabajo. Todo muy bien en la entrevista en el DF, todo muy bien en la entrevista aquí. El único pero es que me quedé esperando la llamada para una segunda entrevista. Al indagar en la empresa, supe que un servidor era el candidato que más les había gustado y solo por políticas de la empresa deseaban entrevistar a algunos otros. Para no hacer más larga la historia, llamé hoy a la agencia de empleo subcontratada por la empresa y recibo noticias... el puesto dejó de estar vacante. Ya contrataron a otra persona.
Tal vez hasta ahí suene de lo más normal, todo embona: Vas y pides un empleo, te conviertes en candidato, te entrevistan y te dicen que eres el mejor y luego pues contratan a alguien más... Mmhh no sé, por salud mental deberé pensar que llegó otro mejor candidato y no que fue una extraña maniobra. Y si así fuera, ¿ya qué?

Parece esto ser muy poco como para quitar el sueño y posiblemente muchos de ustedes me dirán exagerado, pero me he preguntado ¿Qué más se requiere? Sucede como cuando quieres comprar un coche. Cuando tienes $30,000, quieres uno de $50,000; ya que reúnes los $50,000, te das cuenta que ahora necesitarías $65,000... no sé, como que tengo un poco de incomodidad, impotencia y hasta cierto coraje. Y el problema es que no hallo exactamente contra qué o contra quién... simplemente es por una oportunidad perdida. ¿Te ha pasado?

¡¡Maldita sea!!

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